sábado, 26 de noviembre de 2011

Divorcio judio

Jacobo llama desde Tel Aviv a su hijo Samuel que emigró a Nueva York y le dice: 
- Lamento arruinarte el día, pero tengo que informarte que tu madre y yo nos estamos divorciando, cuarenta y cinco años de sufrimiento es suficiente.

- Papi, ¿de qué estás hablando? ¡Y justo antes de las fiestas! -grita el hijo.

- No podemos soportar seguir viéndonos, le contesta el padre. Estamos hartos el uno del otro, y estoy cansado del tema, así que es mejor que tú llames a tu hermana Ana en Chicago para contarle. Y corta el teléfono.

Desesperado, el hijo llama a su hermana quien explota en el teléfono: - ¿Cómo que se están divorciando? ¡Yo me voy a hacer cargo del asunto!

Inmediatamente la hija llama al padre y le dice: 

- Ustedes NO se divorcian! No hagan nada hasta que yo llegue. Ahora mismo vuelvo a llamar a mi hermano y vamos los dos donde ustedes.
Hasta entonces no hagan nada ¿ESCUCHASTE BIEN? ¡NADA!

El padre cuelga el teléfono, mira a su esposa y le dice:
- Muy bien Rebeca, todo salió perfecto.

Los dos vienen para las fiestas...
y se pagan los pasajes!


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